El talón de Aquiles de los eléctricos
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El futuro del automóvil eléctrico tiene sobre si una “espada de Damocles”: las materias primas necesarias para las baterías. Minerales escasos y raros que en ocasiones están ubicados en países políticamente inestables o de economías centralizadas, y ello amenaza con impedir el descenso de precios de baterías previsto para poner el automóvil eléctrico al alcance de todos. Esto es un problema que adquiere incluso acuerdos políticos.
Algunos sitúan el talón de Aquiles de los coches eléctricos en la autonomía -que implica aumento del peso y volumen de las mismas- y en el tiempo de recarga. Pero quizás esta limitación tecnológica no sea la que verdaderamente más importa, sino la problemática económica que existe en torno a las materias primas utilizadas para las baterías. Tanto es así que algunos auguran que el níquel, el cobre, el cobalto y el litio pueden ser "el petróleo del Siglo XXI".
Tesla ha levantado la voz de alarma, haciendo así “oficial” lo que hasta ahora se decía en voz baja. Son elementos no sólo escasos en algunos casos, sino que también están en determinados países no siempre estables, o en China, que por su estructura económica apoyará a sus fabricantes.
Tampoco debemos olvidar la cada vez mayor demanda de elementos ajenos a la movilidad por parte de la población pero también conectados, como los teléfonos móviles o los ordenadores. Estos “aparatos” también incidirán de forma muy notable en los precios de estas materias primas, porque tal como están las cosas la oferta excede a la demanda.
Es cierto que diversas universidades y centros tecnológicos están trabajando duramente en alternativas. También es cierto que algunos fabricantes antes de dar el paso a la electrificación han buscado asegurarse el suministro de estos materiales para los próximos lustros. Pero la incertidumbre persiste, así que muchos grandes grupos no acaban de implementar sus planes de cambio tecnológico hasta tener seguro el suministro. Incluso algunos de ellos hay reactivado sus estudios sobre el uso del hidrógeno como combustible para producir electricidad. Y es que una cosa está clara: el objetivo de “Zero Emissions” no tiene vuelta atrás.
Tesla avisa de que ésta penuria de materiales puede hacer que el precio de las baterías no descienda a los niveles necesarios para la producción masiva de vehículos eléctricos. Y que esas previsiones de descenso de precio de las baterías no pueden cumplirse.
El aviso de Tesla llegó en una conferencia pronunciada por su responsable de aprovisionamiento. Sin duda refleja los problemas a los que se ha enfrentado para asegurarse el suministro.
Cabe recordar que Tesla tiene su propia fábrica de baterías en un simposio casi privado organizado por Benchmark Minerals Intelligence, en el que participaron miembros de los reguladores, de los legisladores y de la industria minera.
Está claro que este problema es el primero con el que tienen que lidiar las cúpulas de los grandes grupos y pueden condicionar las decisiones de futuros. Los políticos comienzan a ser conscientes de ello: Alemania y Francia han acordado poner en marcha un consorcio para la producción de baterías, financiado parcialmente por dinero público y de algunos grandes grupos automovilísticos de ambos países. El objetivo es, sobre todo, evitar la dependencia de China en este aspecto. Un acuerdo al que podrían unirse otros países.